SÍNTESIS HISTÓRICA DEL
SEMINARIO MAYOR “NUESTRA SEÑORA DE LA ESPERANZA”,
A LOS 25 AÑOS DE SU FUNDACIÓN
SEMINARIO MAYOR “NUESTRA SEÑORA DE LA ESPERANZA”,
A LOS 25 AÑOS DE SU FUNDACIÓN
Los primeros días de octubre de 1980 marcaron un acontecimiento de gran repercusión en la vida de esta iglesia diocesana: cinco jóvenes bachilleres iniciaban sus estudios con miras al sacerdocio, en una institución que empezaba su andadura “ad experimentum”, y que llevaba el nombre genérico de “CASA DIOCESANA”.
En realidad, la empresa había empezado varios años atrás. Mons. Juan Larrea Holguín, que había sido trasladado de Quito, donde fue Obispo Auxiliar, a la diócesis de Ibarra, en calidad de Obispo Coadjutor –por lo tanto, con derecho a sucesión en la sede-, desde el inicio de su trabajo episcopal tuvo la intención de fundar un seminario mayor. Para lograr esto, luego de realizar las gestiones pertinentes, el 26 de diciembre de 1976 llegaba a Quito, y el día siguiente a Ibarra, el P. Juan Bravo Carrera, procedente de la diócesis de Tui-Vigo, España. Los primeros tiempos, el P. Juan vivió en una pequeña habitación gentilmente cedida por las religiosas salesias, en el “Instituto Campesino”, regentado por ellas. Entre los primeros encargos que recibió, el P. Juan empezó a reunir jóvenes –chicos entre los 10 y 15 años- que mostraran algún interés por la vocación sacerdotal. Al poco tiempo, este primer grupo de muchachos junto con el sacerdote se trasladaron a su primera sede provisional: una zona de la llamada Casa Social “San José”, dependiente de la parroquia “La Dolorosa”, en la ciudad de Ibarra.
No pasó mucho tiempo y ya se pensó en lo que en lenguaje militar se llama “cabeza de puente”: había que empezar el seminario mayor, para que estos jóvenes que venían preparándose se ilusionasen al ver la realidad a la que podrían ingresar en un futuro no muy lejano.
En unos terrenos ubicados en la parroquia de Caranqui, luego de gestionar la respectiva autorización para la construcción de un centro educativo, el proyecto fue tomando cuerpo. Mons. Juan Larrea pidió colaboración a diversas entidades y personas, y poco a poco todo fue encajando. Hay que destacar algo que, con el paso del tiempo, se ha visto providencial: la aceptación de la Congregación de las Hermanas de San Francisco de Sales, o salesias, para hacerse cargo de la administración del futuro seminario mayor. Las primeras religiosas fueron un eficaz apoyo en esos momentos tan duros: Sor Laura Galeazzo (+ 11 de marzo del 2002) y Sor Massenzia Rosina. Siempre se las recuerda con especial cariño y gratitud.
Los primeros años fueron difíciles y llenos de sacrificio. Sin haber concluido la construcción, pero con la certeza de estar secundando un querer divino, empezaron a vivir en la “sede definitiva”. A mediados de 1980, los trabajos más fundamentales ya estaban concluidos. Y llegaron los primeros alumnos para el seminario mayor: Gonzalo Flores, de San Roque, actual párroco de Santa Ana de Cotacachi y Vicario de Pastoral Social; Miguel Puga, de Quito, actual párroco de Andrade Marín; Jorge Proaño, de González Suárez, actual párroco en su misma parroquia; Vicente Saltos, de Honorato Vásquez (Manabí), hasta hace poco Rector del Seminario Mayor “San Pedro”, de Portoviejo, y actual párroco en Manta; y Segundo Tatayo, que no concluyó sus estudios.
En realidad, la empresa había empezado varios años atrás. Mons. Juan Larrea Holguín, que había sido trasladado de Quito, donde fue Obispo Auxiliar, a la diócesis de Ibarra, en calidad de Obispo Coadjutor –por lo tanto, con derecho a sucesión en la sede-, desde el inicio de su trabajo episcopal tuvo la intención de fundar un seminario mayor. Para lograr esto, luego de realizar las gestiones pertinentes, el 26 de diciembre de 1976 llegaba a Quito, y el día siguiente a Ibarra, el P. Juan Bravo Carrera, procedente de la diócesis de Tui-Vigo, España. Los primeros tiempos, el P. Juan vivió en una pequeña habitación gentilmente cedida por las religiosas salesias, en el “Instituto Campesino”, regentado por ellas. Entre los primeros encargos que recibió, el P. Juan empezó a reunir jóvenes –chicos entre los 10 y 15 años- que mostraran algún interés por la vocación sacerdotal. Al poco tiempo, este primer grupo de muchachos junto con el sacerdote se trasladaron a su primera sede provisional: una zona de la llamada Casa Social “San José”, dependiente de la parroquia “La Dolorosa”, en la ciudad de Ibarra.
No pasó mucho tiempo y ya se pensó en lo que en lenguaje militar se llama “cabeza de puente”: había que empezar el seminario mayor, para que estos jóvenes que venían preparándose se ilusionasen al ver la realidad a la que podrían ingresar en un futuro no muy lejano.
En unos terrenos ubicados en la parroquia de Caranqui, luego de gestionar la respectiva autorización para la construcción de un centro educativo, el proyecto fue tomando cuerpo. Mons. Juan Larrea pidió colaboración a diversas entidades y personas, y poco a poco todo fue encajando. Hay que destacar algo que, con el paso del tiempo, se ha visto providencial: la aceptación de la Congregación de las Hermanas de San Francisco de Sales, o salesias, para hacerse cargo de la administración del futuro seminario mayor. Las primeras religiosas fueron un eficaz apoyo en esos momentos tan duros: Sor Laura Galeazzo (+ 11 de marzo del 2002) y Sor Massenzia Rosina. Siempre se las recuerda con especial cariño y gratitud.
Los primeros años fueron difíciles y llenos de sacrificio. Sin haber concluido la construcción, pero con la certeza de estar secundando un querer divino, empezaron a vivir en la “sede definitiva”. A mediados de 1980, los trabajos más fundamentales ya estaban concluidos. Y llegaron los primeros alumnos para el seminario mayor: Gonzalo Flores, de San Roque, actual párroco de Santa Ana de Cotacachi y Vicario de Pastoral Social; Miguel Puga, de Quito, actual párroco de Andrade Marín; Jorge Proaño, de González Suárez, actual párroco en su misma parroquia; Vicente Saltos, de Honorato Vásquez (Manabí), hasta hace poco Rector del Seminario Mayor “San Pedro”, de Portoviejo, y actual párroco en Manta; y Segundo Tatayo, que no concluyó sus estudios.
Transcurrido el primer año de labores, se emitió el decreto de erección del Seminario Mayor Diocesano de Ibarra, el 15 de Septiembre de 1981. Más tarde, el 1 de Junio de 1984, se elaboró y aprobó el Reglamento que lo rige. Años después, el 5 de Junio de 1991, se aprobaron algunas Normas de Admisión y Académicas, por Mons. Bernardino Echeverría Ruiz, Administrador Apostólico de Ibarra.
Este Seminario Mayor está abierto a los aspirantes al sacerdocio de otras Diócesis... (Normas para la admisión). Así, ha tenido alumnos no sólo de la Diócesis de Ibarra, sino de las Archidiócesis de Quito, Guayaquil, Cuenca y Portoviejo; de las Diócesis de Ambato, Azogues, Loja, Santo Domingo y Guaranda; del Obispado Castrense; y de los Vicariatos Apostólicos de Méndez, Esmeraldas y Napo.
Comenzó con 5 alumnos en el año lectivo de 1980-1981. En el actual, 2005-06, tiene matriculados 65 alumnos: 48 seminaristas diocesanos y 17 aspirantes de institutos de vida consagrada –capuchinos y mercedarios-, que solamente asisten a clase. Además, 6 seminaristas continúan sus estudios en la Facultad de Telogía de la Universidad de Navarra, España.
Lleva con el presente 25 cursos de trabajo creciente y fructífero, pues desde junio de 1986 hasta el mes de Diciembre de 2005 han sido ordenados 113 sacerdotes, de los cuales 72 han realizado sus estudios completos en este Seminario, 32 solo en parte y 9 pertenecen a diversos institutos de vida consagrada. Los sacerdotes ordenados en este último año 2005 son: Alex Barahona, párroco en Cuellaje; Nilo Cuenca, párroco en Apuela; Iván Onofre, formador en el Seminario Mayor de Ibarra; Mauro Jaramillo, misionero en Cuba; Marcelo Chuma y Galo Muenala realizan estudios de especialización en la Universidad de Navarra, España; Willam Vaca, vicario parroquial en Ambuquí, y Rafael León, párroco en Selva Alegre.
FORMADORES
El equipo inicial de formadores fue de dos: el P. Juan Bravo y el P. Narciso Tibau (+). En el año lectivo 1987-1988 aumentó a tres; en el 1989-90 subió a cuatro.
En 1991-92 fueron cinco: Rector, Prefecto de Estudios, Director Espiritual, Administrador y Prefecto de Disciplina.
En este año lectivo son cuatro: Rector: P. Danilo Echeverría; Director Espiritual: P. Eduardo Morillo; Prefecto de estudios: P. Julio Pérez; y Secretario: P. Iván Onofre. Todos pertenecen al clero secular. Tres de ellos son antiguos alumnos de este seminario.
En el 91-92, después de realizar el doctorado en Teología en Europa, se incorporó por primera vez como formador un antiguo alumno P. Danilo Echeverría.
El 29 de mayo del 2003 se cambia de Rector: cesa en sus funciones el que fue fundador y primer rector durante 23 años y le sucede en el cargo uno de sus primeros alumnos: el P. Danilo Echeverría.
El 17 de octubre de 2004 fallece el P. Juan Bravo Carrera.
PROFESORES
Los primeros profesores, además de Mons. Juan Larrea Holguín, fueron Mons. Jacinto Clímaco Zaráuz, hoy Obispo emérito de Azogues, y los dos formadores iniciales.
Han colaborado también como profesores un total de 26, entre los cuales cabe señalar a Mons. Luis Oswaldo Pérez, Obispo de Ibarra (fallecido), y Mons. Antonio Arregui Yarza, actual arzobispo de Guayaquil. El equipo de profesores del año lectivo 2005-06 es de veintidós: 1 laico y 21 sacerdotes; a saber, los cuatro formadores, 16 sacerdotes del clero secular, y un religioso capuchino: P. Miguel Ángel Erburu.
Entre los profesores ya son catorce los que han sido alumnos del Seminario. Todos ellos han hecho estudios superiores en Europa (dos doctorados, en Teología Sistemática y en Teología Histórica, cinco Licenciaturas en Teología sistemática, un licenciado en Teología bíblica, dos licenciados en Derecho Canónico, un licenciado en Comunicación social institucional, un licenciado en filosofía y dos bachilleres en teología).
Desde 1992-93, nos visita cada año lectivo un profesor de la Facultad de Teología de la Universidad de Navarra. Imparte un curso intensivo de 30 horas sobre la materia de su especialidad, y preside el tribunal de examen para la obtener el bachillerato canónico en teología.
PLANES DE ESTUDIOS
Los estudios de Filosofía y Teología, desde 1980-81 a 1982-83 fueron integrados y cíclicos con una duración de seis años.
En 1983-84 se continuó con los estudios integrados, pero en el Primer Curso Introductorio se incluían seis asignaturas como fijas: Sagrada Escritura (Introducción General), Teología Fundamental, Teología Moral Fundamental, Lógica (I Sem.), Crítica (II Sem.) y Misterio de Cristo. Las restantes siguieron en plan cíclico.
En el año lectivo 1986-87 se introdujo el actual plan de estudios, teniendo en cuenta el de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador, separando los estudios de Filosofía (2 años) y de Teología (4 años) y la distribución en dos semestres por año académico.
La Sagrada Congregación para la Educación Católica concedió la afiliación de este Seminario Mayor a la Facultad de Teología de la Universidad de Navarra mediante decreto fechado el 10 de mayo del 2000.
ORDENACIONES
Se han ordenado a partir del 86 hasta el 2005 un total de 113 sacerdotes: 72 han realizado estudios completos, 32 han realizado algunos estudios y 9 han realizado algunos estudios por pertenecer a varias comunidades religiosas.
De los 104 sacerdotes ordenados, 47 son de la Diócesis de Ibarra. Los restantes pertenecen a diversas diócesis del país, al Obispado castrense y a Vicariatos Apostólicos.
PERSEVERANCIA
Se han registrado durante estos 25 años lectivos 322 alumnos para el clero diocesano, de los cuales 54 están ahora en el Seminario. Los datos de perseverancia serían sobre 268 alumnos, de los cuales se han ordenado presbíteros 104, lo cual nos da un índice de perseverancia del 39%, sin considerar que hay 3 diáconos que han salido de este Seminario en espera de ordenarse presbíteros.
Por otra parte, se tienen registrados 198 alumnos aspirantes a diversas órdenes religiosas. Se nos ha comunicado que ya se han ordenado como presbíteros 9.
LABORES PASTORALES
Desde el comienzo los seminaristas atendieron a la catequesis, a la animación litúrgica, y también visitaron a los encarcelados. Posteriormente se extendió a la animación de grupos juveniles y a la visita a enfermos y ancianos en los hospitales y asilos.
Se han atendido varios centros catequéticos, tanto en la ciudad de Ibarra, en la zona rural, en comunidades indígenas y en el valle del Chota (afro).
Han sido animados diversos grupos juveniles en la ciudad de Ibarra y algún grupo de indígenas y negros.
En la Semana Santa, los alumnos filósofos reciben un curso de liturgia práctica y participan intensamente en las ceremonias propias de estos días en la Iglesia Catedral de Ibarra. Los alumnos teólogos extradiocesanos lo hacen donde su respectivo Obispo lo vea más conveniente. Los diocesanos realizan una labor de animación catequético-litúrgico-misional acompañados por un párroco.
En las vacaciones estivales se atienden, con misiones populares, durante un mes, zonas que no tienen atención regular en el año por algún sacerdote. Lo hacen acompañados de un formador, del párroco del lugar y, en la medida de lo posible, del o los neopresbítero(s) que en el presente año académico hayan sido ordenados como tales. Esta iniciativa para alcanzar una mayor formación apostólica y pastoral ha sido muy bien acogida.
Con cierta regularidad se reúne un grupo de seminaristas que intenta estudiar y difundir la mentalidad de la “missio ad gentes”. Lo hacen reflexionando en las directrices que para esta actividad se recogen en los documentos pontificios, principalmente en la encíclica “Redemptoris missio” y en la exhortación apostólica “Pastores dabo vobis”. Orienta esta actividad el Director de Obras Misionales Pontificias en el Ecuador, actualmente el P. Timoteo Lehane, SVD.
Parte de la formación apostólica consiste en dar a conocer los diversos carismas que trabajan apostólicamente en la diócesis y que los seminaristas en un futuro próximo asesorarán como sacerdotes. Con este objetivo se invita periódicamente a los dirigentes de los diversos movimientos –cursillos de cristiandad, camino neocatecumenal, retiros parroquiales “Juan XXIII”, movimiento de renovación carismática católica, etc.- a que expliquen las líneas fundamentales de su espiritualidad.
PASTORAL VOCACIONAL
La comisión de pastoral vocacional del seminario, presidida por uno de los formadores, realiza una labor de formación especial para que los seminaristas sean ya desde ahora y continúen siendo más tarde los auténticos promotores de vocaciones. Con ellos organiza varias actividades:
1. la convivencia vocacional mensual en el seminario, también durante el verano, en donde los jóvenes que sienten inquietud vocacional conocen a los seminaristas y el tipo de vida que realizan, y al mismo tiempo, la comisión discierne en esos jóvenes las actitudes apostólicas y su capacidad de entrega.
2. esta comisión invierte algunas horas de trabajo en visitar las familias de los muchachos que manifiestan una inquietud vocacional, a fin de conocer el ambiente en el que viven.
3. cada semana, la comisión se reúne para una mayor formación específica, organizar el trabajo y evaluar las actividades.
4. realiza animación vocacional a través de los medios de comunicación social con artículos en la prensa local, intervenciones en la radio y en el canal televisivo de la provincia.
5. Cada mes un grupo de seminaristas perteneciente a esta comisón, organiza una visita vocacional a una de las parroquias de la diócesis. Realizan una convivencia juvenil-vocacional, reúnen a los alumnos del catecismo, y realizan algunas actividades encaminadas a descubrir alguna posible vocación. Visitan a enfermos y ancianos, y dan una mayor solemnidad a la celebración de la Santa Misa en la parroquia.
6. Durante el mes de agosto, el P. Rector, junto con un formador y seis seminaristas organizan un campamento vocacional en alguna parroquia rural de la diócesis.
7. El P. Rector y el equipo de formadores atiende el curso previo a la admisión en el Seminario que se celebra los primeros quince días de Septiembre. El programa es intenso y se pretende que los formadores puedan discernir básicamente sobre los candidatos, y que los mismos puedan optar por algo conocido al menos en sus líneas esenciales. Colaboran en la organización de esta actividad algunos seminaristas.
ACTIVIDADES CULTURALES
Cada año lectivo, en el mes de Marzo, se celebra la Fiesta de Santo Tomás de Aquino. Se realiza un Seminario de Filosofía, presidido por el Obispo de la Diócesis, en el Salón Magno de la Municipalidad o en el Auditorio de la Casa de la Cultura, núcleo de Imbabura. Este evento ha sido honrado varias veces con la presencia de los distintos Nuncios Apostólicos y algún Obispo. La participación de alumnos de los últimos años de estudios secundarios, pertenecientes a diversos plantetes educativos, fiscales como particulares, de varias partes de la provincia ha sido siempre numerosa.
También se realizó un Simposio sobre Historia de la Iglesia en el Ecuador, con participación de investigadores eminentes en este campo de la cultura. Este acto ha tenido resonancia nacional por el tema y la participación de destacadas personalidades, con reseñas periodísticas en diarios de difusión local y nacional. El P. José Antonio Recalde, ofmcap, uno de los mentalizadores de este evento, tuvo la feliz idea de sugerir la conveniencia de elaborar una manual de historia de la Iglesia en el Ecuador. Idea que fue bien acogida y que más tarde se ha puesto en práctica.
Durante el periodo académico, suelen tenerse varios cursos breves, aprovechando algún fin de semana, sobre diversos temas de actualidad: contabilidad parroquial, movimientos pro-vida; talleres de oración, paternidad responsable, medios de comunicación social, etc.
Se ha organizado el Concurso de Poesía Mariana, para los alumnos de secundaria. Cada año la participación ha crecido, tanto en cantidad como en calidad.
Queremos destacar la participación de los seminaristas en la liturgia del V Congreso Mariano, que se celebró en Ibarra del 8 al 12 de diciembre de 1992. Participación que ha remecido elogios del P. Pablo Melada, O.F.M., Presidente de la Pontificia Academia Mariana Internacional. Se puede también apuntar la participación en los actos de ordenación y toma de posesión de la Diócesis de los últimos cuatro Prelados que han estado al frente de esta Iglesia Particular. Últimamente, los seminaristas tuvieron papel protagónico en el I Encuentro Zonal de sacerdotes: Quito,.Tulcán e Ibarra.
AGRADECIMIENTOS
En estos 25 años se ha podido constatar la inmensa misericordia de Dios, su divina generosidad y la ilimitada confianza depositada en quienes hemos sido parte de esta casa de formación sacerdotal. Sea para El nuestro primer y más profundo agradecimiento.
El seminario es el corazón de la diócesis. Todos los obispos que han ocupado la sede de esta iglesia particular han demostrado su cariño con obras por esta institución eclesial. Va nuestra oración por: Su Eminencia Rvdma. Mons. Bernardino Echeverría Ruiz (+); Mons. Luis Oswaldo Pérez (+); y por Mons. Juan Larrea Holguín; Mons. Antonio Arregui Yarza y por nuestro queridísimo actual obispo, Mons. Julio Terán Dutari.
La tarea formativa sería incompleta sin el regalo que Dios nos ha concedido de la comunidad de las hermanas de San Francisco de Sales o salesias. Nuestro sentido agradecimiento a la Congregación y, en particular, a la Madre Norberta Piva, quien era la Madre General en el momento en el que las salesias aceptaron esta misión eclesial.
Es imposible pretender nombrar a todas y cada una de las personas e instituciones que han hecho posible esta obra. Reconocemos la inestimable ayuda que nos prestan las diversas instituciones católicas de la nación alemana, el Pontificium Opus a S. Petro Apostolo, la Conferencia Episcopal Española, al igual que la Universidad de Navarra (España). Queremos tener muy presentes a todas las restantes instituciones, tanto nacionales como extranjeras, que hacen posible el milagro diario de sacar este seminario adelante.
Nuestra oración y agradecimiento a todas las personas que nos ayudan de tan diversa manera: desde el claustro de un monasterio hasta la reunión familiar en casa; desde la Santa Misa celebrada por un sacerdote hasta el sacrificio escondido que Dios bendice y multiplica sobreabundantemente. A todos: mil gracias por haber permitido que nuestro trabajo se mantenga durante todo este tiempo.
Renovamos nuestra especial devoción a la patrona de este seminario, para que nos siga bendiciendo y protegiendo en esta tarea que solo pretende servir a la Iglesia como la Iglesia quiere ser servida.
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